Es muy fácil describir el yo. Habría que empezar por el nosotros. Vos imagínate que una especie de tela o goma delgada gigante. El tamaño de gigante depende sencillamente de tu interpretación. Debajo de esa tela una especie de cama de clavos, pero los clavos no vendrían a ser particularmente filosos o puntiagudos, sino más amigables. Los clavos como si tuvieran colores o notas, vida propia, se elevan, se contraen de forma algo caótica pero armoniosa. Forman distintos dibujos puntillistas con luces y sombras sobre la tela. Yo soy uno de esos puntos y vos serías otro. El hecho es que cada uno forma su punto pero no soy un clavo y vos otros. Somos la tela.