- Vení, mirá, tocá esto.
- A ver, pará que ni te puedo ver.
- Acá estoy, acercate despacito, guarda con la mesita de ahí.
- Esperá que no veo nada.
- Ahí estoy alargando la mano, te estoy por tocar, ya te agarro.
- Ahí está, despacito.
- Listo, vení sentate.
- Ahí va, ya me estoy sentando. Perfecto.
- Buenísimo, mirá ahora esto qué loco. Tocá.
- Estoy tocando.
- ¿Viste? Es muy extraño, es como suave pero al mismo tiempo tiene algo áspero, como poroso, o no sé, algo que no puedo terminar de explicar, nunca toqué algo así.
- Yo tampoco la verdad. Es muy lindo de tocar, ¿Qué es?
- No sé.
- ¿Cómo no sabés? Estamos tocando algo que no sabés qué es. Se siente más raro todavía. Esperá que prendo la luz. Debe estar cerca de la puerta.
- No, pará, no la prendas.
- ¿Cómo que no?, ¿Y si es un animal letal?, puede ser muy peligroso.
- No la prendas, dale.
- Soltame, me estoy parando.
- Vení, sentate de nuevo, no la prendas. Sentilo, dale, por favor, no necesitamos mirarlo ni saber qué es, no lo necesitamos.
- ¿A vos te parece?
- Me parece, en serio.
- Bueno, pero si me ataca y pierdo la vida será tu responsabilidad.
- Si eso sucede, le aviso personalmente a tu madre y me hago responsable de tu cadáver.
- Listo.
- ¿Sentís lo particularmente suave y extraño que es?
- Si, la verdad que es muy extraño.