- ¿Son acaso, los hombres seres ambiciosos? – Preguntó el hombre ordinario.
- Efectivamente lo son – Respondió el hombre inteligible.
- ¿Y qué hay de aquellos que desarrollan desinteresadamente el arte en la pobreza?
- También lo son, pero no piden dinero, sino tiempo y delirio.
- ¿Cómo es eso posible?
- Muchos artistas tienen una profunda conciencia de la muerte, y el mañana puede ser mañana, o pueden ser cincuenta años. La cercanía mental de la defunción los lleva a refugiarse en el arte por fuera de una realidad a veces efímera y vacía.
- ¿Y existe entonces un hombre sin ambición?
- Existe también.
- ¿Y dónde podría encontrarlo?
- Justo aquí mismo, frente a tus ojos.